Inexplicable, lo siento en mis entrañas, entre la curvatura de las costillas y todo lo que hay detrás, lo que alberga una cantidad inagotable de imágenes, sentimientos, ruidos, movimientos. La memoria estomacal. Respirando con profunda intensión, mis manos se elevaban al sentir el aire llenando la caja torácica, como un globo que se expande cuando se infla. Consecutivamente, me repito la pregunta: ¿a qué tenes miedo? La indiferencia inunda el espacio, me resulta difícil seguir estando. Estando con mi propio cuerpo. Me voy por ahí pensando en cosas inútiles, recordando eventos dolorosos o graciosos. Mi cuerpo sigue recostado, mis manos apoyadas, mi mente se dispara. Mientras, hago todo lo posible por recordarme que vuelva, que vuelva ahí: al preciso momento y espacio donde la mano se poza y el viento la roza.
Madre Sierra, mural, hecho por arte musivo, cordoba, Argentina